Y aquí fue cuando esta historia empezó…
Un date de ensueño.
Sábado 7:00 pm nos dirigimos a Punta Allen. Tomé el volante y manejé de Xcaret a Tulum, se sintió muy bien, me encanta manejar en la carretera. Cambiamos entrando a la selva y Marlon siguió por el camino… !y que camino!, llegar a Punta Allen es toda una aventura, un carril y medio de terracería que pasa por Sian Kaan, una biosfera natural protegida en medio de la selva.
Marlon toma el volante de la Jeep con su confianza aplomo, empieza a subir poco a poco la velocidad, las curvas cada vez mas pronunciadas.
– «¿Estás lista para una dosis de adrenalina? «
Moría de risa, risa de nervios, de emoción.
Cantamos, reímos, sus manos mueven el volante como coreografía sincronizada a la perfección. Disfruté mucho el camino.
Continuamos hasta llegar al Hotel y Glamping Selva y Cielo
Era de noche, estaba muy oscuro, nos instalamos en un glamping a frente al mar, desempacamos, salí hacia el mar casi en penumbra cuando de pronto levanto la mirada al cielo y veo la mayor cantidad de estrellas posibles, brillantes acompañadas del sonido de las olas del mar.
Regresé al glamping y rápidamente le llamé a Marlon para que viniera la majestuosa escena, nos sentamos a contemplarla frente al mar, sentados en el tronco de una palmera en forma de banca, bajo las estrellas, hasta que de pronto sin darnos cuenta, se hizo de día, abrimos una botella de vino y pensé… – Algo estoy haciendo bien en la vida para merecer esto jajaja.
Fue una velada mágica nos tocó lluvia de estrellas, nunca había visto una estrella fugaz en mi vida! fue sorprendente ver varias en una sola noche. Lo único que pude pensar es que no tenía más que desear, sentí que en ese momento lo tenía todo, salud, libertad, emoción, plenitud.
Por la mañana me dijo que tenía una sorpresa, nos fuimos en la camioneta a un par de cuadras, (cabe señalar que Punta Allen es un pueblito de solo 4 x 7 cuadras, sin pavimento solo arena) y de ahí nos subimos a una lancha, navegamos mar adentro y después de 30 minutos la lancha bajó la velocidad y empiezan a aparecer ¡delfines! justo a lado nuestro, tenía una cara de que no lo podía creer, una familia completa de delfines salvajes y libres disfrutando de su hogar en la inmensidad del océano.
Fue una experiencia increíble!
Terminando el recorrido en el que también vimos tortugas, hicimos snorkel, visitamos una isla con aves de diversas especies.
El mar era el más cristalino que he visto en mi vida!
Después regresamos al pueblo a comer en un lugar llamado Fishermanlodge. Punta Allen es un pueblo langostero, ellos exportan una tonelada al día de langosta a todas partes del mundo. Así que en todos los restaurantes locales que en realidad son como 5, el precio de la langosta es de .80 centavos por gramo y es un manjar exquisito!
Nunca había probado antes la langosta, recuerdo que no paraba de decir, ¿Qué es esto!? Una delicia gastronómica digna de reyes! El restaurante tiene una alberca para que puedas disfrutar después de tus alimentos. Nos acompañaron cientos de pajaritos que cantaban al rededor.
Al día siguiente nos adentramos en la selva, Marlon cual tarzán sin zapatos en la selva virgen y llegamos a una playa privada magestuosa, el agua cristalina, la paz de sonido de las olas, las aves y el viento arrullando las palmeras que nos rodeaban y regalaban sombra. Simplemente perfecto!
Punta Allen es el lugar para los aventureros de corazón que disfrutan de la naturaleza, la gastronomía, astronomía y la belleza natural.
Es un camino largo que vale la pena recorrer.